Los antiguos egipcios estaban convencidos de que tenían dos vidas para vivir, y empacaban según eso. En las cámaras sepulcrales de las pirámides egipcias hay toda clase de artículos con los cuales empezar la segunda vida más allá de la gran división: comida, ollas y utensilios, animales, ropa, especias y joyas.
Desdichadamente para ellos, sus cosas todavía están en las pirámides. Los egipcios no se equivocaban al creer que había algo más que nuestras tres veintenas más diez años sobre esta tierra, pero se equivocaban al pensar que la vida venidera es como esta. No hay nada que tengamos en esta vida que será de algún uso en la venidera. De hecho, las cosas que coleccionamos en esta vida . . . ¿son realmente así de grandiosas?
Aferrarse a las cosas de la vida equivale a guardar dinero de plástico en una caja de seguridad; ¿de qué sirve?
“No puedes llevártelo . . . Nunca verás a una carroza con parrilla para equipaje” (David Rockefeller).
Lo único que podrás llevarte a la otra vida es el carácter que has forjado hasta el día de hoy.
Piense en cuánto tiempo invertimos en aprender en nuestra sociedad moderna. Empezamos con un año de jardín de infantes, luego doce años de primaria y secundaria, luego cuatro años de universidad, y después cinco o más años de especialización. Luego, para algunas profesiones, como en el campo médico, hay de tres a siete años más de capacitación en la especialización. Algunos pasan veinte años o más aprendiendo porque la educación es valiosa y por lo general contribuye a mayor éxito en la vida.
Pero, ¿cuán a menudo pensamos en cuanto a aprender de nuestro carácter?
Se cuenta que un náufrago llegó a una isla desierta. Después de haber estado allí unos cuantos días, hizo una choza y oraba para que lo rescataran.
Cada día miraba con ansia el horizonte mientras esperaba la liberación en forma de algún barco que pasara.
Un día, al volver de una cacería buscando algo de comer, encontró que su choza se había incendiado. Quedó devastado y pensó que era lo peor que le había podido suceder en esa isla; todo había desaparecido.
Al día siguiente, sin embargo, llegó un barco, y el capitán le dijo: “Vimos tu señal de humo.” A veces, cuando parece que todo nuestro mundo se derrumba, es difícil creer que todo está obrando a nuestro favor. Pero justo cuando pensamos que todo se ha perdido, te das cuenta que todo está bajo control todo el tiempo.
¡Amigo mío piensa que hoy puedes actuar como Guía de tus colaboradores! A lo mejor un colaborador no puede encontrar un camino que no conoce.
Incluso cuando conoce este, le resulta difícil recorrerlo; pero un camino que no hubiera conocido sería una aventura imposible si estuviera desprovisto de un guía.
Ahora piensa, tu y yo somos guías por naturaleza en lo relativo a generar valor y dar pautas positivas (mentoring).
Cuando tu colaborador solo ve el problemita, ten en cuenta que esta viendo el “trailer de la película“.
Por supuesto que no podemos adivinar algunas veces de qué manera acabará ciertas cosas, pero si podemos guiar hasta que tu colaborador haya escapado de todo y ver felices la película completa.
Siempre guía a tus colaboradores a lo largo de todo el camino; y cuando los hayas llevado a la meta, y hayas abierto sus ojos para que vean el camino y la película completa por la que atravesaron, ¡qué agradecidos estarán en sus vidas por que esto fortaleció su carácter!
Ojo, aunque podamos sentirnos derrotados de muchas maneras, podemos estar seguros que toda adversidad de nuestras vidas suma no resta..
Nuestra esperanza en medio de la catástrofe personal es conocer que la película aun no termina.
Si estás enfrentando una prueba hoy, y no estás seguro de por qué te tocó pasar esta circunstancia para que Tu vida sea trastornada, dedica tiempo para concentrarte en los atributos que dispones para afrontar esta situación adversa hoy!!!
Alfredo Z. Mi profesor del MBA me dijo una frase fabulosa “Tu enfrentarás todos los días situaciones adversas, dependerá de la respuesta que tu des a estas, para que se conviertan en una oportunidad o un verdadero problema!!!”
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