Cuando a Juan el Bautista le hicieron esa pregunta, él respondió sin titubear: “Yo soy la voz.” Juan no estaba confundido, ni tampoco tartamudeó. Sabía exactamente quién era y lo que había sido llamado a hacer. Era “la voz.” Su llamamiento era hablar; anunciar la venida del Mesías.
Juan fue un hombre satisfecho, confiado y contento en su conocimiento de sí mismo.
¿Puede usted decir lo mismo en cuanto a usted mismo?
Evita el riesgo de no separar quién eres de lo qué haces.
Ser apasionado por tu trabajo es genial, pero hay límites. Si te envuelves tanto en tu identidad profesional que los contratiempos en el trabajo afectan tu autoestima, eso es un problema. Mantén una perspectiva saludable al distinguir quién eres de lo qué haces. Quizás eres un "analista senior" en el trabajo, pero en la vida eres mucho más que eso.
Tu valor como persona no está vinculado a la posición en el organigrama. Entonces, cuando alguien critica un informe que escribiste o una presentación que hiciste, recuerda que el público está criticando el informe o la presentación, no a ti.
Al cambiar tu perspectiva de esta manera, construyes resiliencia y proteges tu autoestima de los desafíos e incluso los fracasos (que son inevitables, después de todo). Y tener un fuerte sentido de uno mismo, a su vez, te ayudará a desempeñarte mejor en tu rol y papel. Éxitos!!!
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